Por pudor no diré que sueño con tus manos y que recreo una y otra vez el sabor de tu boca. En voz alta no confesaré que imagino que mi sombra se acurruca contigo y que el único tatuaje en mi cuerpo es tu nombre en cada uno de los vértices de mis huesos. Callaré que los senderos que traza la imaginación inician y culminan en tu carne y nunca diré que en la tapia de mis recuerdos está el sello inescrutable de tu voz. Con la luz del día desaparecerá todo esto para reducirlo a sonrisa de junio, pasión acallada, agua quemada.
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