Tiempo
- Ivette Estrada
- 25 ago 2020
- 1 Min. de lectura
En mi piel se maceran vivencias. Soles de otro tiempo, anécdotas que se vuelven estampas que danzan en el filo de la vigilia y el sueño. Yo aprendo a vivir en este mundo con mi familia y amigos de esta realidad y los que ya están en el cielo. El grado de felicidad recorta entonces las horas: se vuelven migajas de panes o se estiran a lo largo del arcoiris. Es domingo y la mañana azul camina de puntitas para no despertar las anécdotas que respiran en la piel y las tapias de árboles, vértebras y casas. Ahora rezo por tí y por mi, hermano de vida, colega de un oficio extinto: cazad

or de símbolos.
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